Entradas

Mostrando entradas de enero, 2011

SLOWHAND

Imagen
Una breve recorrida me bastó para comprobarlo. Hay gente, demasiada gente en Nueva York. Por eso caminar por Park Avenue es siempre placentero. Una tregua de aire fresco en la gran Babel. Miro las flores del boulevard y los árboles abombados sobre las veredas anchas. Las residencias, siempre escalones arriba, están flanqueadas por una estrecha franja de césped esmeralda. Junto a la calzada, clavados al pie de cada árbol, pueden verse unos cartelitos muy sobrios, muy ingleses, que dicen "watch your dog". (Más tarde, un argentino, que descansaba sentado sobre el capó de su taxi Ford, me traduciría los carteles al criollo: "Cuide que su perro no cague en esta calle"). Hasta la brisa matinal, en Park Avenue, parece una gentileza. Llevo sólo un cuaderno, un grabador y un CD que compré hace apenas media hora, en una tienda de Times Square. Llego a la puerta diez minutos antes de lo previsto. No me avergüenza admitirlo: siento un miedo arcano, que me nace de los hu

LENNON, EL PELIGROSO

Imagen
Las enciclopedias dirán que nació en 1940, en un barrio pobre de Liverpool, en medio de un bombardeo nazi. Quedará para el lector advertir que los primeros sonidos que le llegaron fueron esos: los de la guerra. Su padre, un marinero al que casi no conoció. Su madre, Julia, la verdadera tragedia de su infancia. Lo dejó al cuidado de una tía a la edad de cuatro. Regresó unos años después, pero la dicha duró poco. John la vio morir frente su casa, bajo las ruedas de un policía borracho. "Mi madre me dejó huérfano dos veces", diría más tarde. De muy joven fue líder de pandillas, callejero, irreverente, pendenciero y seductor. Encarnó aquello que la sociedad inglesa aborrecía: el proletariado de los suburbios. Amó al rock and roll por sobre todas las cosas. Formó una banda (Los Quarrymen); reclutó a McCartney. Su primera experiencia poética fue jugar con las palabras "ritmo" y "escarabajo" para dar nombre a la banda que cambiaría para siempre la his

Aproximaciones a “En pedazos”

Imagen
Por Miguel Angel Gavilán Caótico para mis lecturas como lo fui siempre y lo seguiré siendo, aproveché el fin de semana para terminar textos demorados en mi mesa de luz, no porque fueran malos sino porque carezco del tiempo suficiente para leerlos tranquilo. Me gusta que mi mesa de luz sea un lugar de encuentro entre escritores. Estas “reuniones” no son casuales sino que uno, al planear lecturas, traza, sin querer, un hilo conductor aparentemente azaroso, que convoca autores dispares. No quiero mentir, pero en mi mesa de luz han convivido Camus con Kundera, Vargas Llosa con Solzhenitsyn o John Irving con Colette. Esta vez estaban Haroldo Conti con sus relatos completos y Gustavo Boschetti con el libro “En pedazos”. Los cuentos de Boschetti tienen algo que los conecta con los cuentos de Haroldo Conti. Esa evocación aparentemente sencilla, esa melancolía invasora, ese afán por reconstruir acontecimientos anónimos, sin ambición de trascendencia, van conformando una extra